El demonio que llevas dentro

El demonio que llevas dentro,

me obnubila.

 

Me vuelvo una total pecadora,

ante el altar de tu cuerpo.

 

El procaz orgasmo que me

generas, con tan sólo penetrarme,

me hace explotar de deseo.

 

Es que tu demonio y

mi demonio, hacen juegos

sexuales con nuestros

cuerpos, y nos provocan

la mayor de las astucias de

nuestra pasión desbordada.

 

Quiero pertenecer al

séptimo infierno de Dante,

por tan sólo una eyaculación tuya.

 

Dame de tu pecado,

concédeme la desdicha

generada por tu adicción.

 

Que seré toda tuya,

toda tuya,

con el demonio que llevas dentro.

Arder en el infierno

Quiero irme al infierno contigo,

zambullirme en el caos de tu locura,

naufragar mar adentro en tu deseo,

más enfurecido.

 

Quiero contagiarme de tu pasión,

desbordante y sentirme plena,

al compás de nuestros cuerpos,

sedientos de lujuria.

 

Quiero arder en el pecado,

de admirar tu cuerpo desnudo,

con sus cicatrices, esas cicatrices,

que cobardemente te hicieron.

 

Quiero apelar a mi sexto sentido,

y sentir el latir de tu corazón,

junto a mi oído,

pidiéndome que siga a tu lado.

 

Quiero morir de desvelo,

atesorando cada orgasmo y

cada eyaculación que brindan,

nuestros cuerpos.

 

Es que quiero, amor,

arder en el infierno contigo.

Toda la vida

Tu guitarra suaviza,

todos tus males, esos,

que de vez en cuando aparecen y

te dejan perplejo.

 

Tus excesos, son como

miel de abajas, te endulzan

por un rato y luego te devuelven

insatisfecho de ideas y de emociones.

 

Ojalá los dioses, escuchen mis

súplicas, esas, que tanto

pregono en los techos solitarios

de mi memoria,

para que te dejes ayudar.

 

Ahora amigos, mañana novios…

 

¿Quién puede sostener tanta locura?

 

¿Acaso no entiendes que te amo?,

y que por ti daría la vida,

toda la vida.

El irrefrenable deseo

Cuando me eyaculas,

tan profundo, siento

nacer un inexorable deseo

de morderte todo.

 

Me excitas tanto…

que mi sexo se enfurece,

con cada orgasmo.

 

Te amo tanto,

que los mismos gurúes,

de todos los siglos,

no pueden entenderme.

 

Con cada latido de tu corazón,

mi cuerpo pide más.

 

La insoportable pasión,

con la que nos amamos,

hace eco de envidia,

en todos los seres.

 

Es que tu cuerpo,

es mi adicción y

mis muslos tu obsesión.

Si pudieras

Si pudieras limpiarte,

de tus malezas,

ésas que te hacen tanto daño…

 

Si tan sólo pudieras,

dejar de cometer excesos,

con tu propio cuerpo y

tan sólo amarme.

 

Si pudieras dejar de hacerte,

tanto daño y confiar en mí,

para ayudarte…

 

Eso sólo me bastaría.

 

Si pudieras desintoxicarte,

de todo lo malo que te han hecho,

y lograr una nueva vida a mi lado.

 

Si pudieras olvidar,

esos excesos,

y cambiarlos por mi amor…

 

Eso, mi vida,

es todo lo que me hace falta…

Voces altaneras

¡Cállense voces altaneras!,

con poco argumento y

mucha perversidad.

 

No vuelvan más,

ni su política,

ni su falso amor.

 

¡Cállense voces malditas!,

que me hicieron tanto daño y

no me dejan ni reflexionar.

 

No vuelvan más,

les he dicho.

 

Nadie les cree sus falsas

intenciones y su poca

memoria.

 

¡Déjenme en paz!

Cantando al unísono

Cantando al unísono,

nuestros cuerpos flaquean,

no se necesita sexo,

sólo la conjunción de dos almas,

entregadas a la creación.

 

Te amo por tu forma de ser,

tan creativa, altiva y elocuaz.

 

Nuestras voces suenan,

y nada nos interrumpe,

nada pasa alrededor.

 

Sólo nos dejamos llevar,

así, cómo haciéndonos el amor,

entre letras conocidas.

 

Y el orgasmo acontece,

entre acorde y acorde.