Te deseo fervientemente,
cuando cabalgo sobre ti,
se abren todos los cielos y
todos los infiernos ante mí.
Te deseo tan profundo,
que cuando me salpicas,
llego al orgasmo junto a ti.
Te deseo tan vorazmente,
que me asfixias con tu sexo…
Te deseo amor, no lo dudes.
Mi sexo te reclama de rodillas,
que nunca acabes hasta llenarme completa.
Te deseo más y más,
que tu miembro sabe dónde,
perforar mis entrañas de pasión,
desmesurada.
Te deseo y no me importa nada,
más que vos y yo en tu cuarto,
asfixiados por el placer,
de nuestro encuentro.