de tu sonrisa!
Entreabierta, sofocada, a veces
nublada, apagada y cuando lloras
renace con una carcajada como
burlándose de todos los pesares.
¡Cuántos demonios te poseen
en tu cuerpo y alma!
Agotando tu espíritu que se
debilita transmutando en otros
seres para consolidar el aprendizaje.
Y se ufana la nostalgia de tus vidas
pasadas tan marcadas.
Pero cuando la luna te abraza
tu sonrisa y tus miles de demonios,
desaparecen al menos por una
temporada.
Entregándote viva al consuelo
de tu alma que nunca envejece
y se colapsa en una infinitud
imprecisa.
Casi como una orfandad mezquina
que te atraviesa y te deja suspendida
en
mi vientre, como si fueses hija mía.