lunes, 29 de julio de 2013

Paseo sensorial



Estaba paseando por un boulevard,
había parejas enamoradas,
mujeres llorando quizá amores perdidos,
niños jugando y compartiendo sus golosinas.

Había un grupo de adolescentes
guitarreando y tomando cerveza,
también un grupo de abuelos
jugando a las cartas.

Ese boulevard estaba lleno de energía,
lleno de vida, de experiencias y creencias.

Yo estaba sentada en un banco,
leyendo un poema de Alejandra
y entonces comprendí que el dolor
hay que sacarlo afuera, o convertirlo en letras.

Y me dije, “es lo que hago”
pero me duele igual.

Cambié de banco y un chico
estaba dibujando calaveras,
tendría unos nueve años
y entonces comprendí que todos
llevamos el dolor dentro,
sólo hay que saber como exorcizarlo.

Yo lo hago escribiendo,
el dibujando, otros cantando,
jugando, leyendo, llorando.

En fin, todos lo logramos
sacar de muy adentro,
hasta que por completo se de
así mismo por vencido.

Pienso que el dolor no perdura
y la vida se merece
menos daño.



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