Escribir es como parir flores
diversas con tonos bajos y otros
de altos colores, oliendo la fragancia
de las mismas en el sótano del alma.
Es como querer resucitar a los
amores muertos, despedir a los
seres amados, querer marcharse
a tierras lejanas sin pasaporte ni
visas.
Es como navegar en un río turbulento
que nunca define su rumbo y uno está
en la lancha o en el bote haciendo
peripecias para que no caiga la rima
alarmante ni el adjetivo mal usado.
Es como encender velas para festejar
un cumpleaños, una cita a ciegas,
o para pedir un deseo y que soplen
todos
los vientos, los buenos, los malos y
que
nunca se apague la llama.
Es como decir un te amo o un
te odio a gritos en un papel deshecho.
Es como fundirse con la pluma y ser
uno para transmitir los peores o los
mejores consejos.
Es golpear, gritar, matar, herir o
reparar, transformar, nacer, vivir
y dejar entre las letras el destino
de nuestro camino.