lunes, 3 de mayo de 2021

Sin relojes

 Juan, como todas las noches le recitaba un cuento, a su esposa Fernanda que él mismo inventaba. Ella estaba convaleciente debido al cáncer de útero que estaba terminando con su vida. Pero esa noche, su esposo Juan, le contaría un cuento que jamás olvidaría.

 

—Éste, comenzaba, así:

 

Sebastián todas las mañanas, se levantaba con el rayo de sol que aparecía en su ventanal. Ésto para él era costumbre porque odiaba los relojes, en realidad, odiaba al tiempo.

 

Al levantarse, hizo su rutina diaria: fue al baño y después a la cocina para preparar su desayuno. No era una mañana cualquiera.Era su cumpleaños, y para ésta fecha, nunca realizaba festejos porque lo ponían incómodo.

 

Después de tomar su desayuno fue directo al trabajo en dónde nadie se acordó de su cumpleañossto se debía a su falta de comunicación con los compañeros de oficina. Pero él no se molestó, ya que tampoco, simpatizaba mucho con ellos.

 

Terminó su día laboral y se dirigió al bar de la esquina, en dónde pidió lo mismo de siempre: una lágrima.

 

Mientras estaba esperando su pedido.Observó por la ventana, a una familia que estaba caminando alegremente. Por unos instantes, su corazón no sentía más que dolor, recordando a su familia que había muerto en un accidente de tránsito.

 

Sebastián, esperaba en la mesa del bar habitual, su lágrima. Tratando de imponer su mejor sonrisa, alrededor de los comensales que lo observaban tímidamente.

 

Hasta que: ¡Al fin llegó su pedido!, y al ser ese mismo día, el aniversario del bar.El mozo le obsequió un reloj.

 

 ¡Justo un reloj para Sebastián!, ¡qué gracia! Inmediatamente, lo guardó en su bolsillo para no tirárselo en la cara, al pobre mozo....Al terminar su lágrima, se fue caminando directo, hacia su casa. Llegó, se descalzó, y entretanto alguien toca el timbre.

 

Sebastián enfadado abre la puerta.

 

 — ¿¡Quién era!? Una compañera de su trabajo—.

 

Enseguida, le preguntó que hacía allí. —Ella le contestó agitada:

 

 ¡Te corrí todas estas cuadras para devolverte tu reloj!.¡Se te había caído y no me escuchabas cuando te gritaba!—.

 

A lo que Sebastián le contesta:

 

— ¡Ah!, perdón. Si querés, quedátelo, porque no uso relojes.Me lo obsequiaron en el bar.Así que, si es de tu agrado, te lo obsequio en este mismo momento—.

 

Su compañera, aún agitada por su presurosa corrida, le contesta:

 

—No gracias.Tampoco uso relojes porque me molesta el tiempo—.

 

Sebastián, ensimismado por la respuesta, le dice:

 

—¡Que coincidencia!. A... me pasa lo mismo.... ¿Querés pasar a tomar algo?—.

 

Ella le contesta algo sonrojada:

 

—Bueno, sí... pero... ¿sabés preparar lágrimas?—.

 

Sebastián, casi telepáticamente, le dice:

 

—Si, por supuesto.Me encantan las lágrimas, pasá—.

 

Los dos se quedaron horas conversando, con el reloj puesto encima de la mesa que acomodaba empáticamente sus dos lágrimas. El tiempo pasó y a ellos, parecería, que no les molestó”....

 

 

—Fernanda, al  terminar de escuchar el cuento de su esposo, le pregunta:¿Por qué entonces no usaban relojes? No logro comprender...

 

 

Esa sí, que es buena pregunta, mi amor...Es que, no existen relojes que puedan medir el tiempo del amor, de la compañía, del entendimiento. Éste cuento, es un claro reflejo de lo que siento por vos. Nuestro amor será eterno, y no habrá relojes que me impidan estar siempre a tu lado. Fernanda, con una lánguida sonrisa en su rostro, giró la cabeza y se durmió. Juan se acostó a su lado, besandole la frente como señal de despedida del mundo terrenal, y también se durmió.

 

Los dos esa noche, se durmieron con una lágrima que caía como una bendición, sobre sus párpados cerrados.

 

 

 

 

Tu sexo

Tu sexo pide mi sexo,

tu piel pide mi piel.

 

Y así abrazándonos

con nuestros cuerpos desnudos,

llegamos al elixir de nuestros orgasmos.

 

Porque estamos en llamas,

pidiendo el uno por el otro.

 

Este elixir nunca se acaba,

estamos desnudos y con ganas de

comernos a besos, a versos.

 

Las letras se sacuden de sudores

de espasmos, de placer.

 

Y así llegamos al culmine deseo

de dos amantes que se juegan,

hasta las vestimentas tiradas en el piso.

 

Esas que reposaran en el suelo,

 por una hora o más.

 

Bésame, que nos envidien de tanta locura.

viernes, 9 de abril de 2021

Ya no queda nada

Me hundo en un cementerio

de promesas sin cumplir.

 

Me hundo en el abismo

de mis sueños fracasados.

 

Me hundo en mi propio yo

colmado de contradicciones.

 

Me hundo en lo profundo

de mi sentir.

 

Ya no quedan lágrimas,

los ríos se secaron.

 

Ya no queda nada de lo

que un día fui.

jueves, 25 de febrero de 2021

Mundo colapsado

Entre jadeos intermitentes

mi boca susurra un orgasmo.

 

Estallo de placer y me devora

tu mirada cuando llego a ese momento.

 

Tu mirada de placer irrefrenable,

no me es indiferente ante tanta

suciedad que no hace más que limpiar

nuestros cuerpos consumidos en la

destreza de amarnos de esta manera,

neurótica, psicodélica y desquiciada.

 

Nuestros cuerpos brillan como dos

ardiles, brillan de  placer y en cada

orgasmo, invoco al santo que te consuela,

de tanto espanto en la vida real.

 

Conmigo puedes no contar las noches ni

los días.

 

Soy siempre fiel a tu llamada

del mundo oscuro que dejamos atrás cada vez

que nos encontramos.

 

Sacude mis ropas, sacude mis temores,

sacude mis preocupaciones.

Que yo lo haré con los tuyos.

 

En una noche  que nos devoraremos de placer y

besaremos la lujuria,

de sentirnos libres

 de este mundo colapsado.

 

domingo, 3 de enero de 2021

Ven, pronto

Las flores se marchitaron

los árboles se secaron

las mariposas se escaparon

los sauces llorones no paran de sangrar.

 

Es que aquí hay tanta soledad

que no cabe en un vaso de agua,

una llamada urgente,

una voz amiga,

un abrazo reparador.

 

Todo es oscuro

no hay sonrisas para ofrecer,

no hay voz, sólo silencio.

 

Silencio que aturde escondido

en un grito.

 

Ya no se espera la primavera

ni sus flores.

 

Todo es tan tenebroso

que los versos se suicidan

en un papel en blanco.

 

Hace tanta soledad

que no se puede respirar

que no se puede pensar,

sólo conocer el dolor

que atraviesan estas letras

que no tienen sentido.

 

Te busco y no te encuentro.

¿Cuándo llegarás a mi?.

 

Yo te sigo esperando

con una taza de café

caliente, para ofrecerte todo de mi.

 

Ven pronto o moriré.

 

viernes, 20 de noviembre de 2020

Ven, por mí

 Agazapada entre miles de sábanas

esperando tu llegada.

 

Esa espera dolorosa que hace

que todo a mi alrededor se vuelva oscuro,

insoportable, terrorífico.

 

Te espero en el abismo del dolor,

en la certeza de mis pensamientos,

en la oscuridad de mis versos,

en la sequía de mis letras

 

Letras que te extrañan, que te

hacen llover versos a borbotones.

 

De esa pasión que me conmueve,

que me paraliza, que me erotiza tanto,

que hasta el propio orgasmo me tiene envidia.

 

Envidia de querer besar tu cuerpo,

de comerlo, de devorarlo, de consumar

en una cama todos mis deseos más profundos.

 

Esos deseos que no se diluyen con el tiempo,

sino que se anticipan a tu llegada.

 

Ven por mí, o morirás

Ven por mí, o moriré

 

Pero ven, por mí.

jueves, 29 de octubre de 2020

Amores de pandemia

Me heriste con una lanza

En mi corazón.

 

Yo de ti estaba enamorada

pero resulta ahora que tu corazón,

 ya tiene dueña.

 

Me has hecho sangrar el alma entera ,

con este anuncio.

 

Lloré todo un océano por fijarme en ti,

 de balcón a balcón,

por culpa de esta maldita pandemia.

 

Me había hecho ilusiones con una vida juntos…

 

La estúpida fui yo por ilusionarme de más

sólo me podías ofrecer un simple saludo.

 

Ahora me muerdo el cuerpo entero

por desear el tuyo.

 

Porque te sigo deseando,

como al primer día.

Deberé olvidarte por más que no quiera…

 

Esto es lo que sucede, con los confusos

amores de pandemia.

 

Tu presencia

Todos los días, espero que sean las cinco de la tarde, para, así, escuchar tu voz.   Llevás más de cien días de encierro, fue tu c...