Que se bifurquen todos los caminos
que conducen al amor.
Que se quiebren todas las cadenas
de la misma libertad.
Que se caigan a pedazos,
las esperanzas.
Que se conviertan en ceniza todas
las flores de la primavera.
Que se disparen entre ellos todos
los hermanos de sangre y no de sangre.
Que se claven en la cruz todas las mentiras
colapsadas por las risas de la envidia.
Que se mueran todos los peces del río,
que no quede ni una gota del agua del mar,
que se inunde el mismo oceano en su inmensidad.
Pero que Dios nunca se olvide de su pacto con
Abraham.
jueves, 14 de junio de 2012
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