Sólo prevalece,
aquello que ha sido profundamente
querido, añorado, y nunca,
acontecido.
Sólo persiste en el tiempo,
aquello que no ha sido consumado,
cómo el beso no dado, la mano no estrechada,
y aquél abrazo perdido, en algún que otro,
sueño.
Sólo persevera,
aquello que ha conocido la derrota,
frente al espejo de sus sueños marchitos,
fusilados, no perseguidos, y
ya, muertos.
Sólo resiste,
quién ha sabido enfrentarse
a su propio abismo, golpearse el alma,
desgarrarse por dentro,
empaparse de lodo, cubrirse de cenizas,
y luego, ir en busca de otro camino,
de su propio camino,
su destino.