Entre jadeos intermitentes
mi boca susurra un orgasmo.
Estallo de placer y me devora
tu mirada cuando llego a ese momento.
Tu mirada de placer irrefrenable,
no me es indiferente ante tanta
suciedad que no hace más que limpiar
nuestros cuerpos consumidos en la
destreza de amarnos de esta manera,
neurótica, psicodélica y desquiciada.
Nuestros cuerpos brillan como dos
ardiles, brillan de placer y en cada
orgasmo, invoco al santo que te consuela,
de tanto espanto en la vida real.
Conmigo puedes no contar las noches ni
los días.
Soy siempre fiel a tu llamada
del mundo oscuro que dejamos atrás cada vez
que nos encontramos.
Sacude mis ropas, sacude mis temores,
sacude mis preocupaciones.
Que yo lo haré con los tuyos.
En una noche que nos devoraremos de placer y
besaremos la lujuria,
de sentirnos libres
de este mundo colapsado.