Tu sexo pide mi sexo,
tu piel pide mi piel.
Y así abrazándonos
con nuestros cuerpos desnudos,
llegamos al elixir de nuestros orgasmos.
Porque estamos en llamas,
pidiendo el uno por el otro.
Este elixir nunca se acaba,
estamos desnudos y con ganas de
comernos a besos, a versos.
Las letras se sacuden de sudores
de espasmos, de placer.
Y así llegamos al culmine deseo
de dos amantes que se juegan,
hasta las vestimentas tiradas en el piso.
Esas que reposaran en el suelo,
por una hora o más.
Bésame, que nos envidien de tanta locura.