Escribo porque no puedo besarte
como tampoco tocarte y ni siquiera
pensarte.
Escribo porque son solo deseos
incumplidos,
expresiones tardías de un calor que
nunca fue mio.
Escribo porque no tengo derecho
a confesarte olvidado, ni de mis
sueños has sido sofocado.
Sonrío porque la existencia me grita
tu nombre todo el tiempo y mi mente
no descansa de contemplarte mio.
Sonrío por mis anhelos injustamente
reprimidos y mi tardía memoria
recordándome que llegue tarde
a tu destino.
Sonrío porque se me antoja
anhelarte aun, en este desvelo
de palabras que te pertenecen
tanto como a mi cuerpo,
nunca ofrecido.
Escribo y sonrío, por tan solo
recordarte que tanto la vida
como la muerte son participes,
de este audaz sentimiento.