Hoy mientras viajaba en colectivo, miré por la ventana. Solía antes
observar la gente a mi alrededor, con sus celulares algunos, otros
durmiendo sobre el respaldo del asiento, otros mirando a la nada misma y
algunos otros observando como ganarse la vida robando las billeteras de
sus prójimos.
Me sentía tan enfadada de ver siempre lo mismo, que opté por mirar en la ventanilla, a ver que había de extraño allí afuera, que se sentía ser espectadora de los que están ahí fuera. Lo primero en ver fue a un chico de casi trece años limpiando los vidrios de un auto no tan caro y me asombré, era la primera vez que no lo insultaban a uno de estos chicos y es más le dejaron terminar con su trabajo hasta que el semáforo luego se puso en luz verde.
Vi a constructores subidos muy altamente a lugares extremos, donde seguro que cada día temen por su vida, pero ellos parecian comprender el sentido de trabajar hasta dar la vida. No faltaba el paisaje de los cartoneros con sus carros enormes, teniendo como una fuerza arrolladora para esquivar autos, para llevar toda la carga necesaria para terminar el día con algo de plata para llevar a sus hogares.
¿Qué decir de los taxistas?, soportando quejas, problemas de pareja, familiares, creo que se recibieron de psicólogos hace muchos años y aún no fueron a retirar su diploma.
Casi me olvido de los choferes de colectivo, usualmente viajo en este medio de transporte y más de una vez quise escribir sobre ellos. Tienen el don del orden, cuando todos los pasajeros suelen pensar que sólo el lugar del medio ( que es reservado para personas con silla de ruedas), se puede utilizar y dejan un gran espacio en el fondo donde nunca hay nadie.Ellos gritan “un pasito más para atrás por favor”. Que paciencia la de estos señores y tambien señoras que manejan. Soportan caras largas, caras dormidas, caras enfadadas, caras sonrientes, caras enamoradas. Yo creo que son grandes observadores y muy ordenados aunque a veces los frenos fallen un poco, siempre nos llevan a destino y nos dejan realativamente cerca de casa, del trabajo, de lo de una amiga o amigo. Que paciencia vuelvo a insistir…
Yo creo que a pesar de todo hoy fue un buen día, me di cuenta que nunca voy a poder tocar el cielo, y que tampoco voy a pisar sobre la tierra. Ya que hay asfalto, cemento, pocos árboles, y falta de todo tanto…que hoy voy a hacer caso omiso a la falta. Voy tratar de no condenar en mi mente a los españoles por habernos colonizado, ya que a veces suelo pensar…si aún quedaran nuestros ancestros indigenas, si aun pudiesemos estar desnudos, pisar sobre la tierra, adorar y admirar la naturaleza, trabajar nuestra tierra….que lindo hubiese sido….
Pero bueno estamos en el siglo XXI, con mucha tecnología, muchas cadenas, muchas ataduras, muchos encierros….y siempre solos…
Ya dije sólo por hoy acepto la angustia como motor de la alegría, la lucha como esfuerzo para alcanzar mis ideales, y el valor necesario para no estar muerta en vida. Ya que si aún late mi corazón, aún queda esperanza, aún queda vida y camino por andar.
Feliz día a todos sean escritores o no lo sean, aunque creo que todos lo somos un poco cuando somos capaces de enfrentarnos con la realidad del mundo. Las letras suelen ser el mejor antídoto contra la inercia y la anestesia de los controles diarios.
Me sentía tan enfadada de ver siempre lo mismo, que opté por mirar en la ventanilla, a ver que había de extraño allí afuera, que se sentía ser espectadora de los que están ahí fuera. Lo primero en ver fue a un chico de casi trece años limpiando los vidrios de un auto no tan caro y me asombré, era la primera vez que no lo insultaban a uno de estos chicos y es más le dejaron terminar con su trabajo hasta que el semáforo luego se puso en luz verde.
Vi a constructores subidos muy altamente a lugares extremos, donde seguro que cada día temen por su vida, pero ellos parecian comprender el sentido de trabajar hasta dar la vida. No faltaba el paisaje de los cartoneros con sus carros enormes, teniendo como una fuerza arrolladora para esquivar autos, para llevar toda la carga necesaria para terminar el día con algo de plata para llevar a sus hogares.
¿Qué decir de los taxistas?, soportando quejas, problemas de pareja, familiares, creo que se recibieron de psicólogos hace muchos años y aún no fueron a retirar su diploma.
Casi me olvido de los choferes de colectivo, usualmente viajo en este medio de transporte y más de una vez quise escribir sobre ellos. Tienen el don del orden, cuando todos los pasajeros suelen pensar que sólo el lugar del medio ( que es reservado para personas con silla de ruedas), se puede utilizar y dejan un gran espacio en el fondo donde nunca hay nadie.Ellos gritan “un pasito más para atrás por favor”. Que paciencia la de estos señores y tambien señoras que manejan. Soportan caras largas, caras dormidas, caras enfadadas, caras sonrientes, caras enamoradas. Yo creo que son grandes observadores y muy ordenados aunque a veces los frenos fallen un poco, siempre nos llevan a destino y nos dejan realativamente cerca de casa, del trabajo, de lo de una amiga o amigo. Que paciencia vuelvo a insistir…
Yo creo que a pesar de todo hoy fue un buen día, me di cuenta que nunca voy a poder tocar el cielo, y que tampoco voy a pisar sobre la tierra. Ya que hay asfalto, cemento, pocos árboles, y falta de todo tanto…que hoy voy a hacer caso omiso a la falta. Voy tratar de no condenar en mi mente a los españoles por habernos colonizado, ya que a veces suelo pensar…si aún quedaran nuestros ancestros indigenas, si aun pudiesemos estar desnudos, pisar sobre la tierra, adorar y admirar la naturaleza, trabajar nuestra tierra….que lindo hubiese sido….
Pero bueno estamos en el siglo XXI, con mucha tecnología, muchas cadenas, muchas ataduras, muchos encierros….y siempre solos…
Ya dije sólo por hoy acepto la angustia como motor de la alegría, la lucha como esfuerzo para alcanzar mis ideales, y el valor necesario para no estar muerta en vida. Ya que si aún late mi corazón, aún queda esperanza, aún queda vida y camino por andar.
Feliz día a todos sean escritores o no lo sean, aunque creo que todos lo somos un poco cuando somos capaces de enfrentarnos con la realidad del mundo. Las letras suelen ser el mejor antídoto contra la inercia y la anestesia de los controles diarios.