su encuentro tan
anhelado.
Al unísono las
voces exclamaron
exaltadas que se
amaban como
nunca antes habían
amado.
Las calles de
todos los pueblos
se empezaron a
vestir de fiesta y
prepararon su
banquete a la pareja
que al fin le había
llegado la hora.
La hora tan
esperada de su encuentro
y sus gloriosos
besos.
Luego de soportar
los escupitajos,
los enamorados se
armaron de una
coraza fuerte
para enfrentar cualquier
demonio o
tormento.
Y fue así que el
pueblo comenzó
a arrojarle arroz
a los novios anunciando
su boda y el
inicio de una temporada
del más ferviente
amor.
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