Noto una contrariedad sugestiva, digestiva y hasta vomitiva
al respecto de la situación social en todos sus parámetros. Creo que si los
estándares tienen que ser elitistas, pulcros, puritanos y democráticos, la
leyenda futurista del proletariado contra la burguesía nunca se debatiría a
muerte en los callejones filosóficos contemporáneos.
Cabe destacar que no me refiero de una
revolución de amor o de paz sino más bien de una guerra, una batalla altamente
heroica del proletariado contra la clase burguesa. Pero si… todos entendemos que las fabricas,
las industrias y las empresas siguen siendo motivo de debate público y de
grandes alcancías de beneficios y ganancias para los señores burgueses del siglo
XXI.
Con el fenómeno de la plusvalía, El obrero, trabajador y luchador social
sigue siendo motivo de escándalo por la explotación y el desinterés de su salud
física hasta tal extremo que rinde culto para quien trabaja, como si este fuese
un dios o algo parecido a un familiar autoritario tratando de poner en énfasis
que la sociedad tiene que ser normal o ser encerrada en un manicomio.
Estamos
en una vorágine de pautas a seguir, de conceptualidades vanas y dispares que
van hacia un mismo encuadre psicótico nacional. Trabajar para vivir, trabajar
para desear, trabajar para soñar y soñando por bailar….es una lisa y llana
definición de la situación actual y de lo que queremos realmente.
Y esto último
pareciese doblegado a continuar siendo solo una utopía no resuelta aun, nunca
estimulada ni propulsada por nada ni nadie. Sigamos construyendo obreros y
poniendo prisioneros a los libres pensadores. Sigamos explotando a la masa
social y confundiendo a la masa que se mata voluntariamente. Sigamos entonces
en soñando por bailar y bailando al vaivén de esta sociedad.