Y sucedió lo inesperado, aletargando
el tiempo transcurrido, entre espigas y espinas
que fueron clavadas en mis manos impedidas,
de pronunciar algún tipo de alarido en mi teclado
muerto de ideas y sentimientos, que se esparcían
como una herida, cada vez que mis dedos se acercaban
para acariciar su dolor, y así proliferar
en una sinfonía de letras, cercenadas de anomalías,
por falta de pan.
Hasta que una noche reveladora,
mis dedos se escabulleron
por el teclado agónico de inactividad,
y la herida se transformó
en un ruidoso grito de auxilio,
pidiendo clemencia, pidiendo caridad.
y los versos dilatados de tanta espera
convirtieron sus letras anómalas
en un retrato desolado que vislumbraba
nada más, ni nada menos...que lo verosímil,
de una realidad aumentada, demasiado desprolija,
despeinada, sucia y rota, como mi propia alma,
como mi rabia, como mi mente, como mi propia fe.
y así, mi alarido, fue grito de paz y grito de auxilio,
otorgando en versos cargados de espanto,
por un teclado saturado y agotado,
tan sólo, un atisbo de claridad,
a una triste, lastimosa y disminuida
/era/ y /tiempo/ de /pos/verdad/